sábado, 6 de abril de 2002

Tour de Flandes 2002

6 de Abril de 2002.

...al llegar a Geraardsberggen tengo la sensación de estar soñando y no llego a creerme que estoy subiendo nada menos que el Kapeelmuur. Subo reservando mucho porque no quiero bajarme de la bici a la hora de encarar uno de los sitios sagrados del ciclismo mundial, la famosa curva tantas veces vista en la televisión con rampas del 20%, lugar donde se han presenciado tantas gestas de grandes campeones. Al llegar allí, observo que hay bastante gente viendo como subimos. Después de recorrer como la mitad del rampón empieza a jalearme el público y, viendo que ya es mío, lanzo un grito que ni yo mismo me reconozco. Se me ponen los pelos de punta, un escalofrío me recorre la espalda. Estoy viviendo uno de esos momentos buenos buenos de la vida. Los adoquines están todos inclinados, resbaladizos y con unos huecos terribles entre ellos pero aún así todavía me permito subir un par de coronas, ponerme de pie y de alguna reserva oculta, hoy todavía increíble, me llegan unas fuerzas endiabladas con las que consigo llegar pletórico hasta la famosa cima del Muur-Kapelmuur. Otro gran reto personal había caído...

En Alicante la mañana del Viernes nos encontramos cuatro integrantes del grupo. Todo iba tranquilo hasta que de pronto al embarcar en el vuelo Madrid - Bruselas Alfredo con voz temblorosa dijo: "Acaba de entrar en el avión Freire". Joer, no nos lo podíamos creer, el campeón del mundo. Una vez controladas las pulsaciones y con el avión ya en altura lo asaltamos y le hicimos mil preguntas sobre mil cosas "qué pesados y sobre todo qué locos" pensaría Óscar, que nos miraba con incredulidad al saber que íbamos a hacer los 270 kms del Tour de Flandes. Una vez en tierra firme nos hicimos unas fotos y nos firmó unos autógrafos sobre las hojas que marcan el trazado del T.Flandes, nada menos. La aventura de momento... no podía comezar mejor.

Al llegar a Bruselas nos reunimos con Jean Marie y con Quico (Frederic) que había venido desde Barcelona. El equipo ya estaba al completo y las bicis habían llegado enteras. Los pasos siguientes fueron recoger la Mercedes Vito de alquiler, cargar las cosas y marchar hacía el albergue, situado a pocos kms de Ninove, lugar de llegada de la "Ronde". El albergue es ideal, junto a un riachuelo con unas praderas muy verdes y bajo un silencio total. Está perfectamente acondicionado,  lo cual se agradece porque fuera hace mucho frío, rondando los 0º. Nos alojan en una habitación múltiple. Jean Marie también duerme con nosotros.

6 de Abril, 4:30 AM: Suena el despertador sin sobresaltar a nadie porque estábamos todos despiertos, inquietos y nerviosos por el comienzo de un largo día. Asomamos la nariz y hace un viento de pelotas, ¿qué pasará cuando sea media mañana que es cuando sopla más? Cargamos todos los bártulos y máquinas en los vehículos y nos dirigimos a Ninove, lugar desde donde parten los autocares que nos llevan a muchos participantes al punto de salida, Brujas. Las bicicletas van en remolques tras los autocares y colgadas de unos ganchos como si fueran jamones.

Tras algo más de una hora circulando por autopistas y con la sensación de dirigirnos hacía Ausbich llegamos a Brujas. En una plaza majestuosa está instalada la salida y sellamos el primer control de paso. Enseguida nos ponemos en ruta y ya de entrada "proprobabamosmos" el famoso adoquinado belga, un pasote. Esto no ha hecho más que empezar. ¡Allá vamos !

La salida es libre y se puede hacer a partir de las 6:30. Nosotros hemos salido a las 7:00 aprox. con las primeras luces del día. Pronto se va formando un grupo numeroso y empiezan las sorpresas. Vamos todo el tiempo por la ciudad por ¡carril bici!, en fila de uno o dos a lo sumo, tomando curvas, pasando por aceras en ocasiones, sorteando setos,...!!?? Pronto nos encontramos con un semáforo en rojo y ¡nos paramos todos! . Unos cuantos semáforos más con sus consiguientes paradas y nos tenemos que detener en el paso de un canal: ¡esperamos a que se abra un puente, pase una barcaza de mercancías y vuelva a cerrarse!, ¡10 minutos al menos! Brrr, qué frío hacía,... 1ºC aprox. Desde luego, esto es otra historia.

Los belgas iban muy silenciosos y apenas hablaban entre ellos, nada parecido a las marchas en España en las que se berrea por cualquier cosa. Nosotros no es que seamos muy escandalosos pero cuando llegábamos a un semáforo cerrado gritábamos: "rojo, rojo" Oye, que les hizo gracia y así, cada vez que volvía a pasar la situación, se escuchaba a los belgas: "gojo, gojo". Qué risa.

Una vez que hemos salido de la ciudad la cosa cambia porque ya no hay tantos semáforos y en algunos tramos salimos a la carretera pero aún así seguimos utilizando mucho carril bici que está por todo. Este carril es espléndido: sin suciedad, ni piedras, ni obstáculos; una maravilla vamos.

Al principio de la marcha la dirección es Oeste y vamos a favor de viento por lo que las velocidades que se mantienen son altas, siempre por encima de 35 km/h. El grupo se va ampliando en número y por momentos se circula muy rápido e incluso con tirones, pero cómodo en general debido, como ya he dicho, al viento favorable. Así discurre la marcha hasta que llegamos a Ostende. En este punto observo que la media está sobre 31 km/h aunque es engañosa porque hemos hecho muchas paradas y esto baja la media sensiblemente.

Ahora la ruta va cambiando su rumbo: SW, S, SE.  En este último rumbo circulamos durante bastantes kms; estamos en las cercanías de Gistel, patria chica de Museeuw. Aquí la rueda cogida se cotiza muy alto y comienzan las clases de viento. Se empiezan a montar abanicos y a meter cuneta; en muchos momentos y por espacios de tiempo relativamente largos se va a tope si no quieres perder rueda, las pulsaciones se disparan y el ritmo es frenético. El gran grupo se hace mil pedazos por efecto del viento, lo estoy viendo todo por el espejo retrovisor. En el momento más crítico para mí justo cuando estaba a punto de tirar la toalla llegan unas furgonetas de acompañantes a una velocidad reducida y me puedo aprovechar de ellas para tomar un respiro y posicionarme en cabeza de grupo.  No se si estoy pasándome en el gasto aunque me siento fuerte, de momento. A Jean Marie no se le ve el pelo, el tío va guardando todo para más adelante, el honor belga está en juego para él.

Después de bastantes kms agónicos llega una fase más templada en la que se circula a mucha menos velocidad. Ahora tenemos ya rumbo Este y viene el viento más de frente por lo que ya no hay cuneteo como antes y los grupos que hacían abanicos ahora no tienen ya esa posibilidad. Así pues vamos haciendo kms hasta llegar al primer avituallamiento, líquido. Cargamos los bidones y continuamos ruta. Pronto nos encontramos con la desagradable avería de David al que le cae un belga encima y le parte el pedal, ya es mala suerte. Nos dice que continuemos, que ya se buscará la vida. A partir de aquí pensamos muchas veces ¿qué será de él, pobre? (luego resulta que el tío estaba haciendo grupeta con Cipollini y el Aqua Sapone ;o))

En los kms siguientes sigue pegando de frente el viento. Antes de llegar a Waregem llega un tramo largo de adoquín. El choque es tremendo, la velocidad se reduce de golpe, todo vibra y parece que la bici se va a hacer pedazos.  El grupo poco a poco se deshace pero, sorprendentemente, veo que tanto Alfredo como yo aguantamos bien. Claro, esto nos anima mucho a pesar del tremendo traqueteo que debemos soportar. En estas que llega un ligero repecho y nos damos cuenta que sólo nos queda un culogordo por tumbar. ¡Sí, lo tumbamos también! ¡Reyes por un día!, impresionante. Luego viene lo de siempre, el "aguafiestas" de Jean Marie para demostrarnos quién es el más fuerte y pasar primero por la cota.

En el segundo avituallamiento parada de las buenas, nada de salir corriendo con la fruta en la boca. Se aparca la bicicleta, se aprovisiona uno bien y se lo come allí mismo tumbándose en el cesped si es menester. Todo el mundo lo hace así, no menos de 10 minutos. El avituallamiento dotado de bebida isotónica, naranjas valencianas (un detalle) y galletas. Correcto a mi parecer. Allí nos reagrupamos y comentamos la jugada del pavés con descojono generalizado. Pero bueno, si hasta nos gusta el pavés, es donde marcamos la diferencia.

Continuamos la marcha sin más novedad que la de aprender, no sólo a afrontar el pavés, sino a sortearlo: aceras, canaletas, tierra, césped, todo valía en muchos puntos para evitar el duro adoquinado que en ocasiones estaba muy descarnado. En uno de estos intentos por evitar las piedras casi me voy al suelo y es que se transitaba más cómodo con las manos en la cruz del manillar pero a la hora de hacer maniobras estabas más limitado y en un cambio de manos de posición fue cuando casi casi...

Km 150, vamos con el primero de la tarde: Molenberg. Jean Marie me avisa, "mete el triple que viene de golpe". Bah, no será para tanto. Curva de 90º a derechas y ¡toma muro!. Piedra de primera clase y un rampón del 17%. Crack, crack, crack, ruido de cambios y todo el mundo a bailar. Primera experiencia con la piedra en escalada y en fin, muy duro, pero bien, aunque tomado con calma. Quedan 15 por delante y este no es de los más difíciles por lo que no es momento de exhibiciones.

Por esta zona pronto vendría una zona de pavés en bajada. Esto si que es adrenalínico, qué manera de temblar. Alfredo se me escapa pero no por fuerzas sino por aguante, no puedo resistir tanta vibración, ¡se me va a descolgar el hígado!, máximo 35/40, pero no más, no más, no puedo.

Después de estas sesiones de castigo vemos el Kopemberg desde la distancia,  ¡acojonante tú!. Todavía nos queda un montón antes de llegar a él pero el recorrido va dando vueltas por la misma zona. Se observa desde la lejanía como en el muro hay mucha expectación; el público parece que está disfrutando como si estuvieran en un circo. Creo que actúan unos equilibristas de dos ruedas. ¿o es a una rueda? Ya veremos...

Nuevo avituallamiento, vamos ya para 180 kms. Parada larga, 20 minutos al menos. Hace frío en cuanto te paras un rato pero ahí tenemos el muro 3 para quitarte estos problemas, Kluisberg, éste asfaltado (qué maravilla, que bien se suben así las rampas del 15% ;o)). A continuación y con menos distancia entre ellos Knokteberg, Oude-Kwaremont y Paterberg. Este último durísimo: 20% de máxima 12.5% de media además con piedra abierta, preparación para el más difícil todavía: Kopemberg.

Kopemberg se deja ver, sin vergüenza: una colina arriba y una corredoira que trepa por ella de la forma más directa que hay. Máxima del 22% con media del 11.6% pero con pavés pésimo y con tierra suelta. Allí hay que hacer de equilibrista y acordarse de las clases de MTB porque la rueda de delante se levantaba (creo que nunca me ha pasado con la flaca) y si te echabas hacía delante entonces te patinaba la de detrás en las piedras. Me retorcía culebreando y no podía ponerme de pie ni aplicar mucha fuerza por la falta de adherencia. Así que maña y maña. El viejo truco de escaparte por el sendero de tierra lateral tampoco valía porque había vallas a ambos lados. Al fin con mucho esfuerzo y dedicación lo subí todo encima de la bicicleta gracias a mi plato de 30 dientes que me da mucho juego en este tipo de escaladas. Objetivo parcial cumplido, ya sólo temía, y ya no tanto, al Kapelmuur.

Después del Kopemberg todavía íbamos agrupados si exceptuamos a David del que no sabíamos nada y eso que yo pensé por un momento que era él el tío que gritaba desde lo lejos en una casa: "Ahí, ahí, los españoles, un par de cojones..." Je, je, supongo que el equipamiento del Kelme de Alfredo ayudó a nuestra identificación.

En el cuarto avituallamiento Jean Marie hace declaración de intenciones: "a partir del Kapelmuur no hay amigos". Mmmmhh, qué miedo. Quedan por delante cinco muros, me parece, y pronto nos quedamos él y yo en cabeza. Mi intención es parar en el siguiente muro para esperar a los demás pero a partir de aquí se sucede la misma película en cada uno de los muros: Él se va cuando llevamos mitad de muro y yo regulo hasta llegar casi a cima, momento en el que acelero y bajando lo pillo de nuevo. En esta situación repetida Jean Marie es el segundo sorprendido (el primero soy yo ;o) )

Ya estamos entrando a Geraardsbergen. Le comento a mi ¿amigo? ;o) Jean Marie que voy a subir muy despacio para tener fuerzas en la parte del 20% y hacerla sobre la bici. Me dejo caer del grupo en el que viajo, pongo un desarrollo cómodo con el plato 30 y empiezo a disfrutar (es un decir claro) de la subida a través de la ciudad. Veo como a mi izquierda queda el restaurante donde cenamos ayer noche y poco a poco voy encaminándome a la zona heavy del muro. En la inspección del día anterior ya tomamos notas de dónde estaba el pavés peor, por dónde era mejor pasar y en qué sitios el porcentaje se endurecía más. Este estudio me vino muy bien para calcular las fuerzas y no tener necesidad de echar pie a tierra; de hecho llegué muy bien arriba, con fuerzas y sobre todo con la moral a tope. Del grupo se me habían escapado dos y como me encontraba bien salí en busca de quien ya sabéis y... lo pillé de nuevo.

La Ronde Van Vlaenderen estaba ya trincada. Sólo nos quedaba el Bosberg que bien dicho y con todos los respetos, ya no me imponía nada. Es una subida en pavés de un 8% de media, una tontería vaya. Subíamos en plan pacífico cuando faltando como 100 mts me soltó Jean Marie un latigazo. Buenoooo, esto no va a quedar así, allá que voy a por él y cuando estábamos ya coronando y lo tenía bien marcado... zaaas un calambrazo en la zona interior del muslo. ¡Todo el mundo quieto, que no cunda el pánico! Me tranquilice y se me pasó un poco. A todo esto, del belga, ni el polvo.

Voy probándome y estoy bien aunque está claro que las piernas no están ya para esprints como el que he hecho subiendo el Bosberg. Sin embargo, el rodar fuerte parece que no me da problemas. Empiezo a pasar a gente y cada vez me animo más por si veo al "fugado" aunque tengo necesidad de hacer una parada técnica para mear. De pronto, ¡qué veo! Si es el chiquitín de Jean Marie a lo lejos. Unos 500 mts nos separan pero hay un viento en contra muy fuerte y tengo urgencia por parar, de modo que... le dejo ganar ;o) No, no, es broma, me puede matar por esto, demostró que era el más fuerte y ya está. ¡Bravo JM!

Quedan unos seis kilómetros para meta y tengo unas ganas locas por llegar. Hago un par de kms con un grupo que va a ritmo tranquilo; faltando cuatro, en un repecho que hay en un cruce a izquierdas, no aguanto más y lanzo un ataque sin mirar atrás y me quedo sólo. (No he visto todavía las imágenes pero imagino que es donde atacó Tafi, se fijaría en mí ;o)) Las piernas van solas, empiezo a coger velocidad y voy dejando atrás grupo tras grupo, estoy impresionado conmigo mismo. Nadie me coge rueda y al fin llego a meta en solitario... en el puesto tropecientos mil.

En línea de meta, a la vez que vamos recogiendo las camisetas, medallas y demás, nos vamos encontrando todos y felicitándonos por haber conseguido acabar, que no es poco, esta larga marcha salpicada con las dificultades de los muros y el pavés.

Los datos que marca el cuentakilómetros son: 275 kms hechos en 10:35 para una media de 26 km/h que para mí están muy bien teniendo en cuenta el fuerte viento en contra que ha pegado como en un 80% del recorrido. Ya me queda menos para llegar a los  38 km/h de media de los profesionales un día después (aunque ellos con menos viento y sin parar en los semáforos eh?)


¿Bosque de Aremberg? ¿Cuándo?.... ;o)

(Crónica publicada en su momento en la Ciclolista)