Mi
padre. A él se lo debo todo, lo echo de menos. Con mi padre siempre iba
tranquilo y confiado, me sentía arropado, era mi protector y mi escudo
ante las inclemencias, era mi consejero ante muchas de las
decisiones que se presentan en la vida, era mi gran fuente de cariño,
aunque no lo demostrara abiertamente como muchos padres de su
generación, pero yo lo sentía, no hacía falta que me lo dijera, era una
fuerza que nos conectaba, parecida a la que presentan los imanes. Yo con
mi padre disfrutaba, me gustaba estar con él. Lo respetaba. Ahora ya no
está. Lo echo de menos.
Mi
padre me enseñó muchas cosas, a ser perseverante en lo que de verdad
quería, a ser determinado a partir de decidir ir a por algo, me invitó con
su actitud a ser rebelde y a no adaptarme a los moldes establecidos, a
ser libre e independiente, autónomo, mi padre también me enseño a
ilusionarme con cosas y a que esa ilusión fuera el motor de mi ser.
Tantas cosas me enseñó...
Durante
la Quebrantahuesos, la fuerza de mi padre fue empujándome y
propocionándome energía, yo lo sentía, y no poco. Fue una decisión
complicada, hacía muy pocas horas que había ocurrido todo pero mi madre
me dijo muy claramente -vete, tu padre hubiese querido que fueses.y yo
también, vete. Era mi ilusión desde hace tiempo, por la que había estado
días, semanas y meses preparándome, mi madre me decía que tenía que ser
consecuente con esa luz que me llamaba y que tanto ella como mi padre
estarían contentos de que cumpliera ese sueño.
En
definitiva, a última hora del Jueves hice la 'maleta' y al día
siguiente a las 6:30 de la mañana me embarque con mis compañeros en un
furgón Ford rumbo a Sabiñánigo. Un sabor agridulce me embargaba en la
expedición pero estaba con una concentración máxima en nuestro objetivo
porque en esta ocasión, el objetivo lo compartía con mi padre en la
distancia.
Al
llegar a Sorripas de pronto me di cuenta que allí estaba todavía, el
Restaurante Casbas, lugar de reunión de ciclolisteros 19 años atrás,
¡qué recuerdos! En Sorripas disponíamos de una casa grande con muchas
habitaciones y con mucha comodidad, esa noche el descanso era importante
porque llevaba unos días durmiendo bastante poco. El objetivo se
cumplió pues me levanté bastante repuesto. A las 5:00 tocamos diana.
Tras
un desayuno normal, sin excesos ni novedades, partimos hacía Sabiñánigo
con las bicicletas. En un rato allí estábamos después de observar la
cantidad ingente de coches que había con ciclistas dentro. Al llegar al
punto de salida nos conducen hacía 'la escombrera', zona de color gris
donde van los descastados, aquellos que ni son VIP ni socios ni amigos
ni acreditan tiempos de colores, nada. A kms de distancia (exagerando un
poco) de la línea de meta es normal que tras el chupinazo de las 7:15
allí no se moviera ni Cristo, pero pasaban los minutos y seguíamos
igual, así hasta que de pronto a la pata coja recorremos unos cientos de
metros y por fin, al filo de las 7:45 hacemos saltar nuestro chip al
paso por el arco de salida.
Por
las calles de Sabi el público nos anima sin cesar, llegamos a la plaza
del quebrantahuesos y giramos a la izquierda, tenemos por delante grupos
de 'mochileros', entiéndase cariñosa la expresión porque no tienen el
nervio que esperábamos encontrar en dichas grupetas. Eso hace que
avancemos buscando la nuestra pero ni siquiera al salir a carretera
abierta damos con una que se nos ajuste bien,... ¡van lentos!
Durante
el tramo de autovía que hay hasta llegar a Jaca vamos rápidos, eso no
es novedad, lo que si es distinto es que aquí el motor es nuestro líder
José de Sanjosé y que los coequipiers somos nosotros, los tres o cuatro
globeros que aguantamos todavía y que, aunque a rueda, tampoco vamos
tras un pelotón, no es lo mismo. Una tras otra vamos engullendo grupetas
y dejándolas atrás. La media llegando a Jaca alcanza los 40 km/h pero
como he dicho antes, conseguidas 'a pulmón'.
Un
atisbo de preocupación me llega cuando empiezan las primeras
estribaciones de los Pirineos en Castielo de Jaca por lo gastado hasta
el momento y es entonces cuando le deseo suerte a Jose 'el cámara'
puesto que reconozco que le perderé de vista pronto y definitivamente.
Poco a poco me voy descolgando de mis compañeros pero con la certeza de
saber que estoy haciendo lo correcto, tengo que mantener la consistencia
y no saltar los registros por encima del umbral de peligro.
La
carretera se va tornando cada vez más bella a medida que se va
adentrando en la montaña y los ciclistas en estos tramos se van
batiendo, unos hacía delante, otras hacía atrás, buscando su posición
natural aunque como hay tanta distancia temporal en la salida, la
normalización no se produce en algunos casos hasta llegar al Portalet
incluso. Al salir de Villanúa hay unas rampas en recta donde se puede
observar la cantidad de locos de la bici que se juntan aquí este día. Es
impresionante la verdad.
Pasado
Canfranc con su preciosa estación de ferrocarril llegan, camino de la
estación de esquí, unas bellísimas estampas de montaña con las cumbres
todavía nevadas y la carretera que se inclina hacía ellas con un reguero
de ciclistas probando los desarrollos que les deben conducir con
relativa comodidad hasta lo alto de Somport. La velocidad se reduce y me
da tiempo a sacar alguna instantánea del lugar. La emoción me llega en
este y en muchos otros puntos cuando me viene el recuerdo de mi padre y
de inmediato me llega una nueva inyección de fuerzas a las piernas.
Yasss!
Un
ruido estridente y desagradable procedente de mi bicicleta rompe la paz
del lugar, es el eje pedalier que está medio gripado, y que debería
haber cambiado, pero que por las circunstancias no lo he hecho. Es algo
vergonzoso el ruido que hace pero al menos soy capaz de quitarlo
temporalmente haciendo una especie de contrapedal. De pronto a mi
fanfarría se une un sonido de música maquinera de un veterano de la QH
que porta un 'loro' sobre el manillar de su bici y nos transmite a todos
una marcha increible al pedaleo. Ganas me dan de ir con él todo el
recorrido porque anima un montón.
En
fin, llegamos a la estación de esquí de Candanchú donde hay un
avituallamiento y éste me lo salto, llevo agua, llevo comida y hay
muchísima gente, paqué paqué paqué... queda algo más de un kilómetro
para encumbrar y circulamos por una carretera estrecha por la zona de
hoteles y apartamentos. Por fin, llegamos al alto de Somport con un
ambiente estupendo de gente animando. Yo he visto anunciado un poco
antes un punto Mavic de asistencia mecánica y estoy intentando
localizarlo para ver si pueden al menos quitarme el ruido del pedalier.
El caso es que no lo localizo, bueno, pues sigo. Antes de eso, me paro a
ponerme el chaleco no vaya a ser que la liemos si quiero ponermelo en
marcha.
Bajada
larga, pronunciada en ocasiones y peligrosa, con tramos humedos y
curvas cerradas, así que vemos accidentes feos durante ella y extremo
las precauciones pues no quiero ni pensar en tener un percance tan lejos
de mi plaza. Durante unos 20 kms la tendencia es la misma, bajadas y
dar pedales con desarrollo altos a mucha velocidad. Aprovecho algunas de
estas zonas para comer y beber y seguir ruedas de interés como por
ejemplo unos tíos de Guipúzcoa que andaban bien. Durante los siguientes
kms de llaneo, estos vascos, me vinieron de fábula para ir a buen ritmo y
no perder el tono ni la intensidad.
Total,
que estamos ya en Escot y empiezan las clases de baile con Marie
Blanque, qué rica ella. Hago una parada para quitarme para siempre la
capa de cebolla que tenía en forma de chaleco, me vino bien porque había
hecho bastante frío hasta entonces. También manguitos, fuera, todo
fuera. Y sin ninguna prisa me incorporo a la marcha para conquistar la
Marie Blanque. Me retumban en la cabeza los consejos de los
ciclolisteros de principios de siglo, cuidado con esta subida, mejor
empezar como un viejo, se agarra como un chotis los últimos cuatro kms,
no hay descanso hasta arriba, etc,... Y así, sin preocuparme por los que
me pasaban y sin prisa por adelantar a los que iba alcanzando, subí los
4+4 kms con bastante control y consistencia, sin perder el feeling en
las piernas. De hecho, me veo en el vídeo llegando arriba y me veo
superbien (qué narcisista jajaja) no obstante, los cuatro kms antes de
hacer cumbre son complicados de verdad aunque una cosa que me gustó
mucho fue la información de los kms restantes de puerto y el desnivel
medio del próximo kilómetro. Mentalmente me venía de perlas para
prepararme al futuro inmediato y el no tan inmediato.
Como
la chispa no se había perdido, tras una bajada rápida y potente llego
al avituallamiento de la pradera esa increíble que hay, y paro a cargar y
también a soltar líquidos, de comida nada porque llevo mucha cosa
todavía en los bolsillos y hay que consumirlo. Las fotografías que hago
en esta zona desmerecen el espectáculo que se presencia, es un placer y
un disfrute tan grande surcar las carreteras por ese entorno tan
exquisitamente verde con esas montañas a lo lejos nevadas y el cielo
límpio y azúl. Son imágenes impactantes, de climax.
Pim
pam, que hemos llegado a la carretera que de nuevo nos tiene que
conducir en dirección Sur hacía nuestra España y aquí me encuentro con
que la gente va mustia, ¿qué pasa? no anda nadie, viajo en un grupo de
unos veinte ciclistas y van de excursión, sin garra ninguna. Hablo con
uno que parece que tiene más fuerza, el triatleta que en su maillot pone
que para él no existe la rendición y nos organizamos para pasar a la
cabeza y tirar para saltar o arrastrar hacía un grupo que tenemos por
delante algo más numeroso que el nuestro. Trabajando llegamos pero
resulta que estos tampoco andan, puff, me da la sensación de estar
perdiendo mucho tiempo. El caso es que otra vez nos ponemos a tirar en
cabeza y se animan un par de andaluces que tampoco van mal.
Pronto
llegamos a Laruns, población que bordeamos por unas carreteras
vecinales, surcando probablemente el peor trozo de pavimento del
recorrido pero sin ser horroroso tampoco ni mucho menos. Tras cruzar la
población llegamos al famoso cruce de las tardes del Tour: Aubisque por
un lado, Portalet por el otro, nada menos, nosotros tiramos para la
derecha, al Portalet. Y empiezan timidamente las primeras cuestas y
aparece el primer cartel informativo, de impacto, 26 kms de puerto uff,
mejor no pensarlo.
De
cualquier forma, la carretera es fresca, frondosa, verde y entre rocas,
una delicia. En esta situación, el cuerpo duele menos porque el
espiritu disfruta y compensa el sufrimiento. Me dan ganas de capturar
esas imágenes y hago bastantes fotos. Subiendo de manera muy progresiva y
suave llego tras el triatleta y los dos andaluces al avituallamiento.
Aquí paro a repostar.
De
pronto al ir a recoger comida veo a Javi, y a Edu!! Qué gusto me da
verlos, mis compañeros de muchas guerras en muchos sitios y nos
encontramos aquí de nuevo. Nos saludamos con cariño y emoción pues Edu
me da sus condolencias y les digo que voy a coger algo de comida y que
nos vemos, lo hago y cuando voy a por ellos no los encuentro. Entiendo
que se han ido ya y salgo, al cabo de un poco los veo a lo lejos, bien,
creo que los alcanzaré.
Los
alcanzo pero yo estaba pletórico y tras hacernos una foto los tres
juntos pongo mi marcha y me suelto de ellos. He ido pasando a gente a
manta y no recuerdo haber sido sobrepasado ni por una docena de
ciclistas en todo el Portalet. Esto me retroalimenta, el hecho de verme
'superior' a toda la pléyade de ciclistas que ascienden al coloso. La
emoción me embarga de forma intermitente por los recuerdos de mi padre y
me da fuerzas para seguir luchando contra el coloso Portalet, que se le
vence más por cabeza que por piernas. Sigo pensando en que es
formidable tener un punto por encima del 90% de la gente que te rodea
porque en muchas ocasiones ha sido al revés e igual que esto último es
deprimente lo contrario es... otra grupeta que dejo atrás! yupiiii!!!
Voy
cazando y dejando atrás a gente cuando veo por delante a Juanma, mi
compañero de club y amigo con el que compartía ruta al principio de
Somport y al que pensaba que ya no lo vería más, pues qué bien, tras
algunos cientos de metros recortándole poquito a poquito le doy
finalmente caza y compartimos un rato, incluso echando alguna foto cerca
de la cumbre pero como a menos de un kilómetro noto que no está, se
habrá atufado imagino, yo sigo mi marcheta y llego arriba,... hasta me
sobran fuerzas copón, qué fiera, me asusto yo mismo. Siento de nuevo que
me emociono y que la QH la 'tenemos' hecha.
Espero
un poco a ver si llega Juanma pero le he sacado más tiempo del que
suponía, total, que pasa una buena grupeta y me marcho con ellos
pensando en que mi compañero ya me pillará, baja superbien. Hace un
tiempo esplendido, nada de frío en la bajada. Pues bajando a fondo de
corto y disfrutando mucho del día vamos acompañando al rio Gállego hasta
el Lago de Panticosa, zona en la que de nuevo me alcanza Juanma con el
que compartiré recorrido y emociones ya hasta el final de la QH.
En
la ascensión a la Hoz de Jaca -ojo, ojo,... que no sólo yo sino la
mayoría de los integrantes de mi grupo notamos cierta electrificación en
las piernas, supongo será algo normal después del esfuerzo tan
prolongado del Portalet y el descenso posterior con su consecuente
inactividad muscular, el caso es que con cuidadín, al final la cosa no
pasó a mayores y sin prisa pero sin pausa (y sin fuerzas) llegamos a
coronar al bonito lugar de la Hoz de Jaca donde la gente se vuelca con
los participantes, olé.
A
continuación bajada peligrosa donde observo que bajando Juanma y yo
estamos por encima de la media y tenemos que ir pasando a gente por
diestro y siniestro, en fin, que ya estamos en el repechón ese cabrón
que hay tras la bajada que pica ufff, cómo pica y tras él, zumbando
hacía Sabiñánigo, esta zona es en la que trabajo menos de todo el
recorrido, aprovecho para darle al pico con varios del grupo y sobre
todo con Juanma.
Tras
el paso por el Restaurante Casbas donde hay un mogollón de gente con
cencerros animando un disparate llega el puerto de categoría especial
Cartirana, jajaja, cómo ibamos ya de 'cascaos', vaya patas llevábamos
todos, cualquier repecho hacía sangre. Y por fin, por fin, Sabiñanigo.
Al
acercarnos a meta dejamos que el gran grupo en el que viajábamos se
adelantara para poder así cruzar el umbral de meta en paz, con
serenidad, con emoción, con dedicación. Mi cabeza estuvo todo el día en
él y su energía en mí. Me llevé los brazos al fondo de mi corazón y a
continuación los alcé al cielo intentando tocarlo aunque fuera con la
punta de los dedos. Tras la meta, Juanma y yo nos paramos. Le di un
abrazo fuerte que no era sólo para él.
Gracias Papá
La
QH 2019 había sido conquistada, después de la edición de 2000 y la
especial de 2002, esta tercera representa un hito muy importante después
de unos diez años en dique seco por una lesión de espalda. La
oportunidad que me ha dado la vida no tiene precio.
¿El tiempo empleado en la marcha? Buenísimo, 7:21, oro en mi categoría y
puesto 2700 de la general, para lo que corre hoy en día la gente,
magnifico. El nivel medio de la gente ha subido una barbaridad en estos
últimos años.
Esta edición formaba parte de un gran club como es Globeros de Élite con los que me encuentro motivado y arropado a partes iguales. El éxito del club ha sido total pues todos han podido completar el recorrido (salvo la excepción de Anika por una lesión que arrastraba) en tiempos magníficos dejando el pabellón del club y de Murcia en general muy muy alto. Estoy muy orgulloso de ellos y de formar parte de un colectivo tan competitivo y a la vez tan entrañable.
Esta edición formaba parte de un gran club como es Globeros de Élite con los que me encuentro motivado y arropado a partes iguales. El éxito del club ha sido total pues todos han podido completar el recorrido (salvo la excepción de Anika por una lesión que arrastraba) en tiempos magníficos dejando el pabellón del club y de Murcia en general muy muy alto. Estoy muy orgulloso de ellos y de formar parte de un colectivo tan competitivo y a la vez tan entrañable.