sábado, 9 de abril de 2022

Amstel Gold Race 2022

 

Lo tenía reservado en el fondo del bolsillo y me lo zampé poco antes de llegar, ese gel con una pizca de cafeína para el momento final, para disponer de una chispa especial y disfrutar aún más del mítico Cauberg. Cuando pasas por Valkenburg el público se agolpa a los lados de la carretera animando y el tráfico de ciclistas que asciende la colina es intenso. Sientes que te encuentras en uno de esos escenarios únicos, de leyenda. Y allí estás tú, relamiendo el placer de ese momento, dando gracias a Dios por poder vivir eso, con un cosquilleo interno que te recorre la espalda. ¡Qué emoción! Y con esa fuerza especial que te da todo ese ambiente más la 'chispa' del gel exprimo las piernas sacando todo lo que les queda y superando la parte dura de la subida que cuenta con porcentajes por encima del 12% y sin bajar la intensidad llego a la recta de meta con una velocidad casi de pro. Qué gustazo ver, llegar y atravesar esa línea final que nos esperaba ya dos largos años. Una grande del mundo a nivel de monumento como es la Amstel que me llevaba a casa, la colección continua y esta última pieza es de lo mejor que podía echar a la capaza.

Dos años sí, desde que se complicó todo por culpa del COVID y se canceló la edición de 2020 y posteriormente la de 2021. Por fin, en este 2022 hemos podido venir y cumplir el sueño. La expedición no ha estado exenta de problemas porque se complicó el transporte de las bicis y porque la preparación ha sido ciertamente mala por problemas de espalda y después meteorológicos (No ha llovido tanto en Murcia en millones de años brrr) A mis compañeros de viaje iniciales, Rafa Rosagro y Edwin se unió también Pedro Arenas y los cuatro hemos formado un gran equipo. Ha sido un fin de semana largo estupendo de convivencia y de turismo conociendo un país muy muy interesante como es Holanda.

Hay que empezar todo por mostrar mi mayor agradecimiento hacía los que han sido nuestros anfitriones, Edwin y su mujer Elena. Han tenido en cuenta hasta el más mínimo detalle para que nuestra estancia fuera del máximo agrado y desde luego que lo han conseguido con creces, la deuda con ellos es muy alta porque nos hemos encontrado totalmente arropados y tratados con cariño tanto por Edwin en Limburgo como por los dos, Edwin y Elena, en Eindhoven. Millones de gracias a los dos.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 -¿Amstel o Kwaremont?
 

 
También quería reconocer a mis compañeros de aventuras, Rafa que ya lleva dos años apuntando la AGR y por fin ha conseguido su sueño y Pedro que 'lo fiché' hace menos y que ha disfrutado mucho también de la experiencia. Todos hemos cumplido el objetivo de completar los casi 250 kms de carreteras (por no decir carriles) de la AGR.
Hemos aprovechado muy bien el tiempo gracias a que Edwin nos ha servido como guía inmejorable de la zona y además de conocer Valkenburg y sus alrededores (preciosos sin duda) hemos visitado Maastricht y Eindhoven, dos grandes ciudades de este país tan interesante.
 

Ha sido un viaje hecho a trozos pues constaba de un desplazamiento en avión y dos en furgoneta con movimiento de bicicletas y equipaje. Finalmente llegamos a Valkenburg hospedandonos en un hotel que en términos generales ha estado bien sin más, con un buffet de desayuno bastante bueno, unas habitaciones normales y unas camas... horribles por blandas, un auténtico suplicio para mi maltrecha espalda. Pero bueno, sobreviví como pude. A mitad de camino entre Eindhoven y Valkenburg hicimos una parada para recoger la bici de Edwin, una Wilier soberbia de color granate brillante en una tienda como no he visto otra igual de grande, una pasada. Parecíamos niños en una juguetería.

El día antes de la marcha salimos un rato por los alrededores de Valkenburg, básicamente a probar las bicis, y experimentamos la sensación nunca antes conocida de rodar por carriles bici perfectos de pavimento y en los que se puede rodar con velocidad sin dudas en ningún momento de encontrar obstáculos por delante. Sí es verdad que los coches aquí pasan más cerca y que no se cumple lo del metro y medio pero cierto también que respetan tu zona bici con escrupulosidad y que la velocidad de marcha no es alta cuando te superan. Con lo cual si tú cumples sin salir de tu lugar ellos cumplen con la que les corresponde de no salir de la suya. Respeto mutuo.


Tras la vuelta de reconocimiento nos acercamos a recoger los dorsales al Centro Shimano Experience en el que, además de ver productos Shimano de todo tipo (incluidas las cañas de pescar), disfrutamos viendo las bicicletas de grandes ídolos como Van der Poel (Canyon) Alaphillipe (Specialized) o Van Aert (Cervelo). Nos invitan a una Amstel 0.0 y nos vamos a comer, un lunch, que es lo que se lleva aquí pero ojo, que pides un sándwich y te ponen un triplex con manual de instrucción para poder comérselo de lo grande que es. Por la tarde rumbo a Maastricht para hacer turismo y disfrutar de una gran ciudad histórica. Incluimos en la visita unas cervezas Kwaremont y finalmente una cena italiana que es lo que se estila normalmente antes de una jornada larga de ciclismo como la que nos espera.


Preparamos equipajes y bicicletas para la mañana siguiente y a la cama, no muy temprano la verdad, y a sufrir los males de la baba de colchón que tiene la jodida cama. A mitad de noche muchos ruidos de gente bebida armando jaleo con gritos y risotadas y dando portazos. Parece que sobre las 2:00 cesa ya el follón pero tras levantarme a hacer pis me pega un latigazo la espalda que me deja pasado.... mal se presenta la cosa. Me pongo una buena dosis de Radiosalil y a la cama con extrema precaución. Shhhhh

A las 5:30 suenan los despertadores, Pedro arranca, tiene prisa por desayunar y recoger las cosas. Yo estoy un poco más perezoso pero a las 6:00 estoy en el comedor desayunando y observamos que está cayendo un gran chaparrón, mamma mia! Hemos acertado en salir a las 7:00, al menos nos hemos librado de la primera ducha.
Tras recoger las cosas nos vamos hacia el punto de salida y tras hacernos la foto de rigor cruzamos el arco que registra nuestro paso. El suelo está bastante mojado pero el drenaje de carreteras y carriles bicis es excepcional no generando charcos ni mayores dificultades, si hay que extremar la precaución un poco pero el agarre del piso es bueno y da confianza. La salida la hacemos nosotros solos pero enseguida alcanzamos un grupo que nos lleva a un buen ritmo, los del 061 jeje (En realidad era 6d con un círculo que lo abarcaba pero se veía como 061) Por detrás se va incorporando gente haciendo que en poco tiempo el grupo vaya engordando hasta alcanzar una cifra alta.
Igual que si fuera un videojuego vamos como 'pasando pantallas', un recorrido por el carril bici que adelgaza, engorda, gira en un sentido, se vuelve de pronto hacía atrás, caminando junto a una carretera despejada, cruzando unas vías de ferrocarril, un trozo de pasto, subimos una colina, la bajamos, nos metemos en un bosque, giramos de nuevo hacía atrás,.... como críos, con atención eso sí porque somos bastantes y rodamos en ocasiones por sitios que se estrechan o que se retuercen y vamos rápidos pero jugando con el carril con las bicis, lo dicho, como niños.
 
Hace frío pero yo voy bien, con dos prendas por arriba, maillot largo y chaqueta Windstopper y cullote largo por abajo con cubrebotas por encima de los zapatos, en ocasiones pienso que voy abrigado de más pero en términos generales, en un 90% del tiempo vamos a decir, fui con la equipación adecuada porque la chaqueta me sirvió para repeler la lluvia en las veces que se presentó.

Voy con precaución con la espalda, me tiene que resistir todo el día y esta mañana he tenido un nuevo latigazo, cruzamos Rothen pasando las autovías por abajo y por arriba, siguiendo las indicaciones naranjas del recorrido de 240 kms, luego pasamos por Bunde y por Geulle, poblaciones pequeñas pero terminadas, igual que todo Limburgo, no hay falta de mantenimiento de fachadas, setos, alcantarillado, asfalto, carril bici, recogida de aguas, mobiliario urbano,... nada, todo rematado, listo para entregar. Una maravilla de país, al menos en estas cosas. Por supuesto, no hay papeles, ni botes, ni ningún tipo de basura o suciedad que altere la estampa perfecta de calles y carreteras.
En todo el recorrido, pero en este trozo si cabe más aún, la desorientación es total pues los cambios de dirección son constantes y la atención tiene que estar puesta en la rueda del delante y en el de detrás y en las dificultades propias del carril. Afortunadamente no tienes que preocuparte ni de baches ni de charcos porque sencillamente no los hay, es una cosa que no acabas de creértelo pero es así, no hay. Únicamente cuando se muestra un poco el Sol es cuando te puedes orientar y 'resituarte' en el mapa.

Llegamos los cuatro magníficos al avituallamiento del km.40 y nos lo saltamos, bueno, vale, yo en este tipo de marchas me gusta pararme en todos los puntos pero no es imprescindible ni mucho menos porque llevamos comida de sobra y líquido también puesto que con el frío apenas hemos dado algún pequeño sorbo. Ahora el sentido de la marcha ha tomado rumbo Sur y vamos subiendo colinas suaves con grandes prados verdes en los que se puede ver a los ciclistas en la línea del horizonte en unas bellísimas estampas. Aquí es donde vino el de Microsoft a hacer la foto del salvapantallas de Windows jeje. El viento pega con fuerza del Oeste y hay que repasar las clases de viento para poder gastar las menos fuerzas posibles protegiéndose con algún 'grote man' que tape bastante. Los abanicos aparecen aunque en pequeña medida porque la estrechez de los carriles bici dan para poco arco.




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hemos ido los cuatro juntos lo que llevamos de camino aunque nuestro compañero Pedro iba quejándose un rato del fuerte ritmo que imprimían tanto Edwin como Rafa y que le hacía dudar de poder conseguir su empresa de manera que a la altura del segundo avituallamiento se marchan por delante los dos y nosotros nos quedamos a un ritmo menor y paramos en el punto de avituallamiento a disfrutar del menú disponible: galletas y bizcochos diversos, bananas, golosinas y bebidas isotónicas, lo más rico un bizcocho holandes que había con envoltorio morado, riquísimo. Mi dieta del día se basó en estos bizcochos y en bananas básicamente, alguna barrita mía propia del Decathlon, ah si y el gel de cafeína para el Cauberg.
Tras el descanso y zamparme dos bananas salimos a carretera (es un decir) de nuevo y entro con una fuerza bárbara que me hace poner ritmo alto y junto a Ralph 'Bauer' vamos pasando relevos fuertes con intención de cazar a un gran grupo que se ve a lo lejos, pero pasan dos cosas, la primera y más importante que está lejos el grupo y el segundo que Pedro se resiente de nuevo y tenemos que cambiar de registro y dejar que se marche RompeRalph, no merece la pena quemar las naves tan pronto. Luego lo agradeceremos.


En el 90 nuevo avituallamiento, esta vez en versión ciclocross pues hay un barruzal allí importante que para llegar a la 'barra' te pones hasta arriba de 'barro'. Con estas paradas vamos recuperando fuerzas y alimentándonos, pienso que va la cosa bien, estamos planteando el día de forma inteligente. Hemos pasado por Klimmen, el pueblo donde nació Arend VandenBroucke, un bonito sitio.

De nuevo estamos en el epicentro de la marcha, Valkenburg e iniciamos la segunda pasada por el Geulhemmerweg (para acordarse del nombre), una subida de desnivel constante que te aprieta según lo que quieras, al gusto propio. Y cuando llego arriba me doy cuenta que hay un cruce en el que tenemos que ir por la izquierda en esta ocasión mientras que en la primera pasada fue por la derecha. Me paro para esperar a Pedro que se ha rezagado un poco pero... no viene, qué raro pienso, a ver si se ha ido por el sitio equivocado, tarda mucho y entonces lo llamo por teléfono, no estamos para regalar kms así al tuntun... Y de pronto lo veo que llega de abajo, -me ha arreao un calambre! dice uff, pues estamos apañados, queda un mundo por delante. -No sé si abandonar ahora que estamos cerca de Valkenburg. -Ummm, aguanta un poco y vemos como evolucionan esas patas de campeón, siempre estás a tiempo de darte la vuelta, Valkenburg está a un paso. En eso quedamos y seguimos camino, con dudas claro está pero yo animándole a seguir y a terminar que para eso hemos venido.

Bajando la intensidad disfrutamos más, hemos tenido un par de chubascos débiles y tocan otro par un poco más 'fuertecicos', esto hace que Pedro se tenga que poner y quitar el 'preservatorio' (bromas nuestras) un par de veces, yo voy a modelito fijo, no me quito ni me pongo nada, la chaqueta de windstopper está haciendo su función a las mil maravillas abrigando y repeliendo bastante bien el agua que nos cae,.... ¿agua? Espera que estos son copos de nieve, qué pasada jajajaja! Es mejor incluso porque moja menos y le da una épica ya a esto que no veas. Para completar el cuadro de pronto sale un viento que nos azota con violencia durante un rato en plan galerna teniendo que tener mucha precaución entre las casas porque se llevaba la bici de lado. Por fortuna, son arrebatos puntuales de la naturaleza y después nos brindaba una pequeña ración de sol entre nubes que se agradecía. Tiempo cambiante, Clásicas de Primavera, así es como debe ser.
Transitamos por el sur de Holanda y cada vez hay más tráfico de ciclistas, unos vienen a contramano, otros por la izquierda, otros por la derecha, hay momentos en los que hay un 'follaero' de bicis que te pasas, nos estamos juntando los participantes de distintas distancias y el tráfico es cada vez más intenso. En los cruces de carreteras siempre hay voluntarios de la organización que nos dan paso y preferencia, es una maravilla, creo que hemos tenido dos o tres semáforos a lo sumo en todo el recorrido.

¿Y Pedro? ¿Cómo va? Pues ahí lo tenemos, hecho un campeón, a cada km que pasa está mejor y más animado, se le ha pasado la electricidad por completo y dentro de poco está listo para dar 'mordiscos' y todo aunque andamos con precaución porque lo que queremos es llegar a meta y disfrutar de ese momento. Ahora la concentración de cotas va creciendo aunque como no son muy largas, entre una y otra recuperas muscularmente, no es como si te cascas un puerto largo,... aquí sencillamente no los hay.


De vez en cuando veo a algún holandes que me recuerda a Rafa Rosagro, cómo le ha gustado esto, se ha aclimatado a la perfección, es su terreno, es feliz, se ha ido con Edwin, el holandes auténtico a aprender de él y en meta cuando lo vimos tenía una sonrisa de oreja a oreja.

Llega el Kruisberg! durete ya, si tiene pancarta la subida es que se pega, moraleja. Ya nos vamos acercando al coco de la Amstel y las piernas no dan señales malas aunque no voy forzando, voy a ritmo bailón y en vistas de lo pasado parece que el Keutenberg no vaya a ser muy duro, pero, tachán!!! si lo es... De pronto, tras una curva a izquierdas aparece ante ti un muro duro duro duro, con un montón de gente animando, yasss, hay que atacar con decisión porque si no te descabalga, hay unos zamarros que cantan la canción de Highway to Hell de AC/DC jajaja qué bueno. 

 
Tras una primera parte muy dura luego suaviza pero sólo un poco y tienes que sortear a los que van caminando que son muchos, cuidao cuidao, que no se me pare nadie delante y zas zas zas, dando zapatazos lentamente y aguantando aguantando, se va quedando atrás el infierno. La estrecha pista parte en dos el prado que hay antes de llegar a la población, estacas a un lado y a otro determinan un paraje melancólico teniendo en cuenta el cielo gris que tenemos en este momento. Tras el paso por el pueblo sigue la ascensión para llegar al techo de Limburgo con la misma estampa de estacas a un lado y a otro. Arriba un gran árbol caduco y sin hojas te espera en el horizonte junto a una granja muy grande y girando a la derecha tomamos dirección a Valkenburg de nuevo.




Ya no queda más que el Cauberg, es emocionante el pensarlo. -¿Dónde está ese gel?  Hay una larga bajada en la que nos agolpamos muchos ciclistas formando pelotón, hay cierto peligro en frenadas que se van sucediendo, hay que tener mucha precaución, nunca es momento de percances pero ahora menos. Mil ojos. Y Pedro conmigo, estoy supercontento de que así sea, estamos consiguiendo llevar las bicis hasta la meta, más de 240 kms. Increíble pero todavía hay que rematar la última montaña.

El paso por Valkenburg es una fiesta, parece que fuéramos pros, somos muchos ciclistas, 16.000 según la organización,... Caubeeerg, allá voy, me acuerdo de Valverde, se le da bien esta subida, la rampa se va empinando y durante un rato es duro el avance. Un holandés me pide paso por la izquierda y me aparto, me gusta su estilo y me propongo seguirle, a ver si le aguanto. Aprieta, aprieta y yo también, los dientes y las piernas. Me va bien porque va diciendo cosas (aparta, cuidado, izquierda,...) que entienden los que nos van 'estorbando' por delante. Y así, a tope sin soltar la manija en ningún momento llegamos a la recta de meta que ya no está en cuesta. Al fondo está la pancarta luminosa de la meta, vamos a tope, 40/50 km/h, es un éxtasis, un placer máximo el que siento al llegar. Me freno un poco para sacar alguna foto de la meta. He conseguido otro gran desafío internacional, estoy más contento que una pita!

Tras cruzar la meta me encuentro con mi gregario en el Cauberg, el holandes anónimo vociferante, y nos felicitamos mutuamente, vaya una locomotora está hecho. Espero a Pedro y le saco algunas fotos cruzando la meta. Cuando llega hasta donde estoy nos damos un abrazo. ¡Objetivo cumplido! La Amstel Gold Race ya la tenemos en la capaza.

Tras unos momentos de intensa alegría y emoción con Pedro -qué tío, cómo ha aguantado 150 kms más después de los calambres- vamos buscando a nuestros líderes por la zona de prensa, Rafa y Edwin. Y allí están, ateridos de frío pero con sonrisas amplias, sobre todo la de Rafa, que además de eso tiene los ojos encendidos de felicidad, ha hecho de la Amstel su primera marcha cicloturista jajaja, qué tio! cómo empieza a escribir su palmarés.
Nos felicitamos y nos hacemos la foto de recuerdo. Un bonito e inolvidable recuerdo sin duda.
 
Lo que queda de crónica está reservado para Edwin y Elena que nos acogieron en su hermosa casa y nos ofrecieron una cena digna de emperadores. Qué cosas tan ricas nos preparó Elena. Al día siguiente otro desayuno de reyes para el cuerpo y visita a Eindhoven en la que recorrimos sus bonitas calles hasta que se hizo la hora de irnos al aeropuerto acompañados de Edwin. Un viaje en definitiva extraordinario del que nunca podremos agradecer lo suficiente a estas grandes personas que son Edwin y Elena. Un beso para Rebeca, la niña preciosa que tienen.

Ya tengo pensada la siguiente....😉