sábado, 22 de junio de 2019

QH 2019. In Memoriam.





Mi padre. A él se lo debo todo, lo echo de menos. Con mi padre siempre iba tranquilo y confiado, me sentía arropado, era mi protector y mi escudo ante las inclemencias, era mi consejero ante muchas de las decisiones que se presentan en la vida, era mi gran fuente de cariño, aunque no lo demostrara abiertamente como muchos padres de su generación, pero yo lo sentía, no hacía falta que me lo dijera, era una fuerza que nos conectaba, parecida a la que presentan los imanes. Yo con mi padre disfrutaba, me gustaba estar con él. Lo respetaba. Ahora ya no está. Lo echo de menos.

Mi padre me enseñó muchas cosas, a ser perseverante en lo que de verdad quería, a ser determinado a partir de decidir ir a por algo, me invitó con su actitud a ser rebelde y a no adaptarme a los moldes establecidos, a ser libre e independiente, autónomo, mi padre también me enseño a ilusionarme con cosas y a que esa ilusión fuera el motor de mi ser. Tantas cosas me enseñó...

Durante la Quebrantahuesos, la fuerza de mi padre fue empujándome y propocionándome energía, yo lo sentía, y no poco. Fue una decisión complicada, hacía muy pocas horas que había ocurrido todo pero mi madre me dijo muy claramente -vete, tu padre hubiese querido que fueses.y yo también, vete. Era mi ilusión desde hace tiempo, por la que había estado días, semanas y meses preparándome, mi madre me decía que tenía que ser consecuente con esa luz que me llamaba y que tanto ella como mi padre estarían contentos de que cumpliera ese sueño. 




En definitiva, a última hora del Jueves hice la 'maleta' y al día siguiente a las 6:30 de la mañana me embarque con mis compañeros en un furgón Ford rumbo a Sabiñánigo. Un sabor agridulce me embargaba en la expedición pero estaba con una concentración máxima en nuestro objetivo porque en esta ocasión, el objetivo lo compartía con mi padre en la distancia.

Al llegar a Sorripas de pronto me di cuenta que allí estaba todavía, el Restaurante Casbas, lugar de reunión de ciclolisteros 19 años atrás, ¡qué recuerdos! En Sorripas disponíamos de una casa grande con muchas habitaciones y con mucha comodidad, esa noche el descanso era importante porque llevaba unos días durmiendo bastante poco. El objetivo se cumplió pues me levanté bastante repuesto. A las 5:00 tocamos diana.





Tras un desayuno normal, sin excesos ni novedades, partimos hacía Sabiñánigo con las bicicletas. En un rato allí estábamos después de observar la cantidad ingente de coches que había con ciclistas dentro. Al llegar al punto de salida nos conducen hacía 'la escombrera', zona de color gris donde van los descastados, aquellos que ni son VIP ni socios ni amigos ni acreditan tiempos de colores, nada. A kms de distancia (exagerando un poco) de la línea de meta es normal que tras el chupinazo de las 7:15 allí no se moviera ni Cristo, pero pasaban los minutos y seguíamos igual, así hasta que de pronto a la pata coja recorremos unos cientos de metros y por fin, al filo de las 7:45 hacemos saltar nuestro chip al paso por el arco de salida.

Por las calles de Sabi el público nos anima sin cesar, llegamos a la plaza del quebrantahuesos y giramos a la izquierda, tenemos por delante grupos de 'mochileros', entiéndase cariñosa la expresión porque no tienen el nervio que esperábamos encontrar en dichas grupetas. Eso hace que avancemos buscando la nuestra pero ni siquiera al salir a carretera abierta damos con una que se nos ajuste bien,... ¡van lentos!

Durante el tramo de autovía que hay hasta llegar a Jaca vamos rápidos, eso no es novedad, lo que si es distinto es que aquí el motor es nuestro líder José de Sanjosé y que los coequipiers somos nosotros, los tres o cuatro globeros que aguantamos todavía y que, aunque a rueda, tampoco vamos tras un pelotón, no es lo mismo. Una tras otra vamos engullendo grupetas y dejándolas atrás. La media llegando a Jaca alcanza los 40 km/h pero como he dicho antes, conseguidas 'a pulmón'.



Un atisbo de preocupación me llega cuando empiezan las primeras estribaciones de los Pirineos en Castielo de Jaca por lo gastado hasta el momento y es entonces cuando le deseo suerte a Jose 'el cámara' puesto que reconozco que le perderé de vista pronto y definitivamente. Poco a poco me voy descolgando de mis compañeros pero con la certeza de saber que estoy haciendo lo correcto, tengo que mantener la consistencia y no saltar los registros por encima del umbral de peligro.

La carretera se va tornando cada vez más bella a medida que se va adentrando en la montaña y los ciclistas en estos tramos se van batiendo, unos hacía delante, otras hacía atrás, buscando su posición natural aunque como hay tanta distancia temporal en la salida, la normalización no se produce en algunos casos hasta llegar al Portalet incluso. Al salir de Villanúa hay unas rampas en recta donde se puede observar la cantidad de locos de la bici que se juntan aquí este día. Es impresionante la verdad.

Pasado Canfranc con su preciosa estación de ferrocarril llegan, camino de la estación de esquí, unas bellísimas estampas de montaña con las cumbres todavía nevadas y la carretera que se inclina hacía ellas con un reguero de ciclistas probando los desarrollos que les deben conducir con relativa comodidad hasta lo alto de Somport. La velocidad se reduce y me da tiempo a sacar alguna instantánea del lugar. La emoción me llega en este y en muchos otros puntos cuando me viene el recuerdo de mi padre y de inmediato me llega una nueva inyección de fuerzas a las piernas. Yasss!

Un ruido estridente y desagradable procedente de mi bicicleta rompe la paz del lugar, es el eje pedalier que está medio gripado, y que debería haber cambiado, pero que por las circunstancias no lo he hecho. Es algo vergonzoso el ruido que hace pero al menos soy capaz de quitarlo temporalmente haciendo una especie de contrapedal. De pronto a mi fanfarría se une un sonido de música maquinera de un veterano de la QH que porta un 'loro' sobre el manillar de su bici y nos transmite a todos una marcha increible al pedaleo. Ganas me dan de ir con él todo el recorrido porque anima un montón.

En fin, llegamos a la estación de esquí de Candanchú donde hay un avituallamiento y éste me lo salto, llevo agua, llevo comida y hay muchísima gente, paqué paqué paqué... queda algo más de un kilómetro para encumbrar y circulamos por una carretera estrecha por la zona de hoteles y apartamentos. Por fin, llegamos al alto de Somport con un ambiente estupendo de gente animando. Yo he visto anunciado un poco antes un punto Mavic de asistencia mecánica y estoy intentando localizarlo para ver si pueden al menos quitarme el ruido del pedalier. El caso es que no lo localizo, bueno, pues sigo. Antes de eso, me paro a ponerme el chaleco no vaya a ser que la liemos si quiero ponermelo en marcha.

Bajada larga, pronunciada en ocasiones y peligrosa, con tramos humedos y curvas cerradas, así que vemos accidentes feos durante ella y extremo las precauciones pues no quiero ni pensar en tener un percance tan lejos de mi plaza. Durante unos 20 kms la tendencia es la misma, bajadas y dar pedales con desarrollo altos a mucha velocidad. Aprovecho algunas de estas zonas para comer y beber y seguir ruedas de interés como por ejemplo unos tíos de Guipúzcoa que andaban bien. Durante los siguientes kms de llaneo, estos vascos, me vinieron de fábula para ir a buen ritmo y no perder el tono ni la intensidad.

Total, que estamos ya en Escot y empiezan las clases de baile con Marie Blanque, qué rica ella. Hago una parada para quitarme para siempre la capa de cebolla que tenía en forma de chaleco, me vino bien porque había hecho bastante frío hasta entonces. También manguitos, fuera, todo fuera. Y sin ninguna prisa me incorporo a la marcha para conquistar la Marie Blanque. Me retumban en la cabeza los consejos de los ciclolisteros de principios de siglo, cuidado con esta subida, mejor empezar como un viejo, se agarra como un chotis los últimos cuatro kms, no hay descanso hasta arriba, etc,... Y así, sin preocuparme por los que me pasaban y sin prisa por adelantar a los que iba alcanzando, subí los 4+4 kms con bastante control y consistencia, sin perder el feeling en las piernas. De hecho, me veo en el vídeo llegando arriba y me veo superbien (qué narcisista jajaja) no obstante, los cuatro kms antes de hacer cumbre son complicados de verdad aunque una cosa que me gustó mucho fue la información de los kms restantes de puerto y el desnivel medio del próximo kilómetro. Mentalmente me venía de perlas para prepararme al futuro inmediato y el no tan inmediato.



Como la chispa no se había perdido, tras una bajada rápida y potente llego al avituallamiento de la pradera esa increíble que hay, y paro a cargar y también a soltar líquidos, de comida nada porque llevo mucha cosa todavía en los bolsillos y hay que consumirlo. Las fotografías que hago en esta zona desmerecen el espectáculo que se presencia, es un placer y un disfrute tan grande surcar las carreteras por ese entorno tan exquisitamente verde con esas montañas a lo lejos nevadas y el cielo límpio y azúl. Son imágenes impactantes, de climax.

Pim pam, que hemos llegado a la carretera que de nuevo nos tiene que conducir en dirección Sur hacía nuestra España y aquí me encuentro con que la gente va mustia, ¿qué pasa? no anda nadie, viajo en un grupo de unos veinte ciclistas y van de excursión, sin garra ninguna. Hablo con uno que parece que tiene más fuerza, el triatleta que en su maillot pone que para él no existe la rendición y nos organizamos para pasar a la cabeza y tirar para saltar o arrastrar hacía un grupo que tenemos por delante algo más numeroso que el nuestro. Trabajando llegamos pero resulta que estos tampoco andan, puff, me da la sensación de estar perdiendo mucho tiempo. El caso es que otra vez nos ponemos a tirar en cabeza y se animan un par de andaluces que tampoco van mal.





Pronto llegamos a Laruns, población que bordeamos por unas carreteras vecinales, surcando probablemente el peor trozo de pavimento del recorrido pero sin ser horroroso tampoco ni mucho menos. Tras cruzar la población llegamos al famoso cruce de las tardes del Tour: Aubisque por un lado, Portalet por el otro, nada menos, nosotros tiramos para la derecha, al Portalet. Y empiezan timidamente las primeras cuestas y aparece el primer cartel informativo, de impacto, 26 kms de puerto uff, mejor no pensarlo.


De cualquier forma, la carretera es fresca, frondosa, verde y entre rocas, una delicia. En esta situación, el cuerpo duele menos porque el espiritu disfruta y compensa el sufrimiento. Me dan ganas de capturar esas imágenes y hago bastantes fotos. Subiendo de manera muy progresiva y suave llego tras el triatleta y los dos andaluces al avituallamiento. Aquí paro a repostar.

De pronto al ir a recoger comida veo a Javi, y a Edu!! Qué gusto me da verlos, mis compañeros de muchas guerras en muchos sitios y nos encontramos aquí de nuevo. Nos saludamos con cariño y emoción pues Edu me da sus condolencias y les digo que voy a coger algo de comida y que nos vemos, lo hago y cuando voy a por ellos no los encuentro. Entiendo que se han ido ya y salgo, al cabo de un poco los veo a lo lejos, bien, creo que los alcanzaré.

Los alcanzo pero yo estaba pletórico y tras hacernos una foto los tres juntos pongo mi marcha y me suelto de ellos. He ido pasando a gente a manta y no recuerdo haber sido sobrepasado ni por una docena de ciclistas en todo el Portalet. Esto me retroalimenta, el hecho de verme 'superior' a toda la pléyade de ciclistas que ascienden al coloso. La emoción me embarga de forma intermitente por los recuerdos de mi padre y me da fuerzas para seguir luchando contra el coloso Portalet, que se le vence más por cabeza que por piernas. Sigo pensando en que es formidable tener un punto por encima del 90% de la gente que te rodea porque en muchas ocasiones ha sido al revés e igual que esto último es deprimente lo contrario es... otra grupeta que dejo atrás! yupiiii!!!

Voy cazando y dejando atrás a gente cuando veo por delante a Juanma, mi compañero de club y amigo con el que compartía ruta al principio de Somport y al que pensaba que ya no lo vería más, pues qué bien, tras algunos cientos de metros recortándole poquito a poquito le doy finalmente caza y compartimos un rato, incluso echando alguna foto cerca de la cumbre pero como a menos de un kilómetro noto que no está, se habrá atufado imagino, yo sigo mi marcheta y llego arriba,... hasta me sobran fuerzas copón, qué fiera, me asusto yo mismo. Siento de nuevo que me emociono y que la QH la 'tenemos' hecha.





Espero un poco a ver si llega Juanma pero le he sacado más tiempo del que suponía, total, que pasa una buena grupeta y me marcho con ellos pensando en que mi compañero ya me pillará, baja superbien. Hace un tiempo esplendido, nada de frío en la bajada. Pues bajando a fondo de corto y disfrutando mucho del día vamos acompañando al rio Gállego hasta el Lago de Panticosa, zona en la que de nuevo me alcanza Juanma con el que compartiré recorrido y emociones ya hasta el final de la QH.

En la ascensión a la Hoz de Jaca -ojo, ojo,... que no sólo yo sino la mayoría de los integrantes de mi grupo notamos cierta electrificación en las piernas, supongo será algo normal después del esfuerzo tan prolongado del Portalet y el descenso posterior con su consecuente inactividad muscular, el caso es que con cuidadín, al final la cosa no pasó a mayores y sin prisa pero sin pausa (y sin fuerzas) llegamos a coronar al bonito lugar de la Hoz de Jaca donde la gente se vuelca con los participantes, olé.

A continuación bajada peligrosa donde observo que bajando Juanma y yo estamos por encima de la media y tenemos que ir pasando a gente por diestro y siniestro, en fin, que ya estamos en el repechón ese cabrón que hay tras la bajada que pica ufff, cómo pica y tras él, zumbando hacía Sabiñánigo, esta zona es en la que trabajo menos de todo el recorrido, aprovecho para darle al pico con varios del grupo y sobre todo con Juanma.

Tras el paso por el Restaurante Casbas donde hay un mogollón de gente con cencerros animando un disparate llega el puerto de categoría especial Cartirana, jajaja, cómo ibamos ya de 'cascaos', vaya patas llevábamos todos, cualquier repecho hacía sangre. Y por fin, por fin, Sabiñanigo.

Al acercarnos a meta dejamos que el gran grupo en el que viajábamos se adelantara para poder así cruzar el umbral de meta en paz, con serenidad, con emoción, con dedicación. Mi cabeza estuvo todo el día en él y su energía en mí. Me llevé los brazos al fondo de mi corazón y a continuación los alcé al cielo intentando tocarlo aunque fuera con la punta de los dedos. Tras la meta, Juanma y yo nos paramos. Le di un abrazo fuerte que no era sólo para él.

Gracias Papá


La QH 2019 había sido conquistada, después de la edición de 2000 y la especial de 2002, esta tercera representa un hito muy importante después de unos diez años en dique seco por una lesión de espalda. La oportunidad que me ha dado la vida no tiene precio.
¿El tiempo empleado en la marcha? Buenísimo, 7:21, oro en mi categoría y puesto 2700 de la general, para lo que corre hoy en día la gente, magnifico. El nivel medio de la gente ha subido una barbaridad en estos últimos años.
Esta edición formaba parte de un gran club como es Globeros de Élite con los que me encuentro motivado y arropado a partes iguales. El éxito del club ha sido total pues todos han podido completar el recorrido (salvo la excepción de Anika por una lesión que arrastraba) en tiempos magníficos dejando el pabellón del club y de Murcia en general muy muy alto. Estoy muy orgulloso de ellos y de formar parte de un colectivo tan competitivo y a la vez tan entrañable.