martes, 20 de mayo de 2003

Sierras de Moratalla 2003

El pasado Sábado participé en la VII Marcha Sierras de Moratalla para enfrentarme otro año a los conocidos puertos y para descubrir la nueva subida al Alto de Zacatín de más de 25 kms. El número de participantes se mantiene con una cierta estabilidad y este año llegó hasta casi los 600, cifra que debería ser mayor en función de la excelente organización que lleva a cabo el CC Moratalla.

Este año el homenaje se rendía al grupo deportivo Kelme por su dilatada y acertada presencia en el pelotón ciclista internacional pero sobre todo por su labor de cantera de nuevos valores en nuestra región. Como embajadores del Kelme estuvieron presentes en la salida y en el recorrido Óscar Sevilla y el murciano Alejandro Valverde. Como acompañantes de lujo estaban los también profesionales de la tierra José Luis Martínez y Juan Carlos Guillamón, actual campeón de España de fondo en carretera.

Los días precedentes a la marcha han sido malos (o malísimos) porque hemos tenido (y tenemos todavía aunque mejor) al niño enfermo y no he podido salir a entrenar apenas. Lo que es peor, la noche previa también fue de vigilia y esa mañana a las 7 tenía unas ganas locas de ... ¡¡ quedarme en casa !!  pero como tenía de invitado a Paco Cabello me "obligué" a acercarme a Moratalla.

Después de unas palabras del niño Sevilla:  "...mucha suerte a todos y ... maricón el último." se inició la marcha con la novedad del control por chip. Por una vez se salió más despacio de lo acostumbrado ya que los profesionales no estaban por la labor de apretar de salida y los demás
estábamos como moscas alrededor de ellos.

En pocos metros estamos subiendo el Alto de los Álamos de 12 kms y cada uno busca su sitio; el que lo busca más adelante del que le corresponde ya sabe que luego pagará la osadía con creces. Yo ahí voy con más pena que gloria, descolgado de mis compañeros de CCMoto5 que se marchan por delante, pero intentando aguantar más o menos el tipo para ver si en los llanos del Campo de S.Juan puedo coger un gran paquete que me arrastre con garbo. Pero este año no, llego al alto bastante cansado y con las pulsaciones por encima del 90% de mi máximo; en los llanos aunque intento esforzarme noto las piernas sin energía, vacías. Me alcanza Fernando Silió y formamos una grupeta de la que tira él más que nadie y esforzándonos mucho alcanzamos un buen grupo.

Como pasa cuando vas mal, no recupero después de los esfuerzos y tras mucho sufrir y tener el primer amago de calambre me doy cuenta que no puedo y tiro la toalla en el Alto de Nerpio, una subida fácil de dos kms en los que me descuelgo por completo y hago la subida sólo. Al llegar
arriba no pasamos por el pueblo como otros años sino que circulamos por una nuevo desvío y afrontamos enseguida el Alto de Yetas que hago con la reductora como un caracol. Arriba está el avituallamiento y paro un rato a comer a ver si mejoro a la vuelta pero nada, todo sigue igual.

En el terreno que viene a continuación encontramos los mismos baches de siempre, agujeros en los que si te cuelas ya no sales por lo que hay que abrir bien los ojos y no coger excesiva velocidad por si las moscas. Por si fuera poco la bici la llevo en malas condiciones porque la rueda de atrás se bloquea. Finalizando los kms de bajada me permito un exceso para pillar a un tío que iba por delante y hacía de liebre: error. Sufro el segundo amago de calambre y decido que si se repite una tercera vez me bajo inexorablemente de la bici. Por otra parte cada vez me conciencio más de que si quiero acabar tengo que ir muy tranquilo y guardando el máximo de fuerzas.

No se ni cómo pero la triste grupeta que formamos unos pocos alcanzamos a un pelotón bastante numeroso que iba prácticamente parado. Qué diferencia con los principios de la marcha en los que el ritmo era frenético. Ahora hay un ambiente cansino y tranquilo. Cuando llegamos al segundo avituallamiento sólido el grupo se fracciona. Yo paro de nuevo a descansar
sobre todo y a comer y cargar. El día es bastante caluroso y la bebida hay que tomarla con frecuencia. Ahora viene el novedoso Alto del Zacatín. 

Este puerto tal como lo subí yo (de paseo) es muy agradable porque vas subiendo a escalones con llanos e incluso descensos por enmedio. El asfalto es bueno, quizás el mejor de todo el recorrido, rugoso pero sin baches ni ondulaciones. Despacito despacito pues vas haciendo camino hasta que llegas al último kilómetro y medio en el que la pendiente crece fuertemente hasta llegar creo yo a puntos donde había 16/18% de desnivel.  Aquí hay que meter todo lo que llevas y tener paciencia porque ya llegarás arriba. Una vez encumbrado el puerto se inicia una bajada horrorosa con una carretera estrecha y plagada de baches durísima sobre todo para brazos y espalda particularmente.

Vamos haciendo kms, charlando y con un ritmo siempre muy suave hasta completar los dos pequeños altos que quedan: S.Juan y Álamos. Al llegar a este último sólo quedan 12 kms a meta y mi compañero de fatigas hoy, Antonio Albadalejo, me comenta la posibilidad de llegar en tiempos de oro todavía. Nos quedan unos doce minutos para hacer doce kms, empresa difícil
porque hay que ir a 60 km/h. Efectivamente no llegamos y nos faltan (o nos sobran en este caso) tres minutos y medio y nos conformamos con la plata haciendo finalmente 6:33.

Después de una ducha fría (aquí como no llegues entre los 100 primeros no tienes agua caliente) y un buen plato de macarrones nos vamos saludando los masocas que año tras año venimos aquí dispuestos a marcarnos una muesca más en nuestras piernas a costa de las bonitas, pero siempre duras, Sierras de Moratalla.


(Crónica publicada en su momento en la Ciclolista)