lunes, 23 de septiembre de 2002

Marcha del Hospital Reina Sofía 2002



La séptima edición de la Marcha Cicloturista Hospital Universitario resultó un nuevo éxito en organización, participación y sobre todo desarrollo de la jornada en sí. El 15 de Septiembre amaneció radiante y en los alrededores de las Consultas Externas en la calle Proclamación, los ciclistas y muchos acompañantes se preparaban para una jornada festiva y de disfrute para todos.

Ángel, amigo y participante novel, me confesaba sus nervios ante un kilometraje nunca hecho con anterioridad. Le tranquilice diciéndole que no íbamos a ir rápidos y que esta marcha, a diferencia de otras regionales y nacionales, estaba desprovista de la competitividad presente en muchas de ellas y que era más que nada una salida de amigos más organizada que en cualquier otro fin de semana. Al finalizar la marcha me dijo que se le había hecho incluso corta.

Los más de 250 participantes han significado un nuevo récord de asistencia para esta marcha que se ha hecho con fuerza un hueco en el calendario de muchos aficionados murcianos. Aquí tienen cabida muchos aquellos que, lejos de querer batir marcas personales, se contentan con realizar la actividad física que más les llena de manera tranquila y en la que poder charlar y disfrutar con los amigos.

Que el ritmo no pare. A las 9 de la mañana el vehículo que abre la marcha ameniza con la música para levantar los ánimos de los participantes. A ritmo tranquilo nos encaminamos hacía Alcantarilla para continuar camino por la vía de servicio en dirección a Librilla, quizás la ruta más trillada por los aficionados murcianos donde muchos de nosotros conocemos hasta los baches que hay en cada rincón de la carretera.

Al llegar a Librilla nos dirigimos hacía otro paraje de paso obligado a los que les gusta demostrar sus cualidades escaladoras: la Cola del Caballo. En esta subida la organización da rienda suelta para aquellos que quieran demostrar sus progresos en la escalada pero en ningún caso olvidando a los que, por una razón u otra, deben de ascender a un ritmo más tranquilo.

Es momento de piques y desafíos sanos entre amigos. Al llegar a uno de los puntos más altos de la subida escucho a uno que le dice a un amigo que estaba al borde de la carretera: "tomamé el tiempo que le saco al Bernardo". Luego será el pretexto para una risas y para otro posterior pique en otro sitio o para otro día.

Al llegar arriba se establece una breve parada donde la organización ofrece bebidas para calmar la sed después del esfuerzo realizado y se reagrupa todo el pelotón. Enseguida, y de nuevo todos juntos, continuamos ruta para dirigirnos hacía la localidad serrana de El Berro y en la que las primeras rampas en las faldas de Sierra Espuña se empiezan a notar en las piernas de todos nosotros.

Pasada la pedanía alhameña de El Berro, se inicia otro tramo libre para que aquellos a los que el cuerpo les pide guerra puedan desfogarse. Enseguida pasa lo de siempre, unos que salieron demasiado rápidos se vienen abajo y les empieza a pesar la bici como si fuera cargada de plomo y otros por el contrario siguen a rajatabla aquel dicho que dice: "para llegar arriba como un jóven hay que empezar abajo como un viejo". Al final todos, de una manera u otra, conseguimos llegar arriba donde está situado el "almuerzo". El sitio es espléndido, una explanada entre árboles en el corazón de nuestra querida Sierra Espuña.

La parada de 30 minutos está muy alejada de los cánones establecidos para las marchas competitivas pero ya ha quedado dicho que esto es otra cosa. Unos platos de jamón, con unos trozos de queso. Una buena cerveza fresca ¿por qué no? Y un buen rato de relajación para comentar los pormenores de la última subida o para preguntar por los chiquillos de aquel amigo que hace tiempo que no veías. Esta es la esencia de la Marcha del Hospital.

Una vez restaurados los cuerpos con productos de la tierra se inicia la bajada hasta Alhama por las famosas Cuestas del Marqués. Es necesario mantener la concentración pues el piso está botoso y las curvas son muy cerradas. Alhama recibe el paso de los participantes con simpatía y agrado y nos ve alejarnos por la carretera que se dirige hacía Mazarrón.

No sé si por el buen almuerzo o por qué pero las velocidades van aumentando en este trozo del recorrido sin que, aparentemente, nadie se resienta del ritmo. La música sigue sonando y los más de 250 ciclistas siguen su curso sin incidente de ningún tipo.

Sin más pausas el pelotón va devorando los kms y atravesando la pedanía de El Cañarico, el pueblo de Sangonera y una vez superado El Palmar entramos en la última recta aunque eso sí, bien larga. Tenemos ya Murcia a la vista. La entrada por el Barrio del Carmen resulta espectacular por el colorido y la alegría que proporciona el paso de tantos ciclistas. Todo ha salido bien y la gente está contenta con la jornada de fiesta vivida.

En la llegada, de nuevo la organización ofrece un aperitivo que todos pueden disfrutar junto con aquellos amigos y familiares que han llegado para recibirlos. Por último se hace la entrega de obsequios, diplomas y trofeos para los participantes y se efectua un sorteo de material donado por los patrocinadores de la prueba.

La Marcha del Hospital como se puede comprobar goza de una excelente salud y esto no cabe atribuirlo más que al empeño y la ilusión de aquellos que están en la organización entre los que, por supuesto, hay que destacar a José María Pérez Belmonte, alma mater de la prueba y sobre todo, amigo de todos.

Vistas las caras de satisfacción de los participantes al finalizar la jornada no cabe ninguna duda de que nos veremos en la octava edición de esta entrañable marcha todos los presentes este año y, seguro, que alguno más.

(Crónica publicada en su momento en Web Marcha del Hospital Reina Sofía)